Un día y un golpe. La burbuja se hace más fina y puedo ver más claro. "Lo que me rodea" deja de ser para convertirse en "dónde me encuentro". Me persigo para sacarme del medio. Es tarea cotidiana, aflojar no puedo. Aunque la burbuja esté ahí, sé bien que depende de mí. Es lo que me enseñaron y aprendí. Es lo que callaron y omití. Es lo que hoy busco para golpear y salir.
Tengo mi par de ojos, brazos y piernas. Puedo hablar, oír, cantar y bailar. Doy gracias pero tengo más para dar. Aunque a veces no me atrevo y dejo de golpear, yo siempre me convenzo de que en la burbuja no quiero estar. Muchas veces me detengo, porque acá adentro todo es más cómodo. Muchas veces no escucho, otras veces tampoco veo. La burbuja es cálida, pero está contaminada. La burbuja te abraza, pero no tiene brazos ni corazón. Afuera me espera el frío, me espera sudor. Afuera sí me espera el latir del corazón. Es allá adonde la igualdad no es verso, no es fantasía. Es allá donde lo de compartir es cosa de todos los días.
No tengo planes B, tengo un sólo objetivo. No quiero ver cómo mi vida se va por mirarme el propio ombligo.