jueves, 10 de diciembre de 2009

Mi tesoro.

En el cielo pego gritos con pegamento, buscando la mirada sincera de algún caminante que viaje a la luna. Me tomo fríos mates con la soledad, a la espera de una mano que acepte mi yerba lavada. Me levanto olvidando los sueños reales, porque ya no hay otros que olvidar. Un día pasó el sol y mis nubes no le hicieron caso al cardiólogo, de tanto mirar se enceguecieron. Ahora ya no puedo tomar siestas en mi colchón de nubes, y acá abajo pisando suelo me quedé. "No es justo" me digo a veces, y la pícara razón pretendiendo ayudar me sirve en ollas la sopa. Con sopas de letras no resuelvo nada, no lo entiende. Debe ser por eso que siempre toco el botón de borrar. ¡Hace tanto que no puedo volar! Es triste por usted, que le ha quitado lo bello a la fantasía, e inundó mi mundo con verdades, esas de las que son bien feas. Tan feas que les veo la cara y me asusto, el problema es que se parecen a mí. Un par de heridas con curitas las tapo. Pero el agua que cae de mis ojos las acaricia y se caen, ¿por qué he de llorar? Estoy hecha de cristal: trasparente y bien frágil. De a golpecitos me formaron agujeritos. Lo que tenía adentro se me escapa y me siento vacía. No importa, quiero a mis nubes de vuelta. "Se las llevaron" me buchonea la memoria. Hoy con ella tengo roces. Todos los días levanta la alfombra para ver la tierrita que escondí. Me la sopla en la cara refegándomelo. Y yo no aprendo, me saco la mugre de la cara y la vuelvo a esconder. Lloro un poquito cuando me entra en los ojos, o en los oídos. No tengo otra manera de escupir. Y a usted se le hizo muy difícil, hasta creo que jamás lo pudo hacer bien. Yo sin embargo, ya voy a aprender, ¡vea cómo camino!. Sepa que con mis nubes era muy feliz. Sepa que con mi sopa de letras no llego a nada. Sepa que mis dedos se cansaron de teclear el botón de borrar. Sepa que a mis pies este pastito les está gustando cada día más. Mejor no sepa nada. A ver si se hace compinche de la buchona de la memoria. Prefiero que acepte un regalo mío. Voy a comprar un gran Pelikan, sí, uno de esos borratintas. Bien grandote, para que se bañe todos los días con él. Mejor no. Olvide mis desvíos, que yo sigo en este viaje. Algún día el kilometraje va a llegar a cero, yo mientras espero con una sonrisa que si la medís con regla no te alcanza. Porque la estoy pasando re bien con la tierra. Y a veces engancho una luna y nos vamos juntas a volar. Por eso estoy así y hoy puedo escupir. No sólo estaban las nubes ni el sol. Igual tengo todo guardadito en la mochila, que pesa mucho. Pesa más porque fui buena y también guardé a la memoria, que se sigue riendo de la tierrita que ya no escondo, atesoro en mí...
SLS.